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Huidobriana

FRAGMENTOS DE LOS DÍAS

 

Gilberto Avilez Tax

 

Carta de creencia

 

Yo no soy cabestro de nadie.

Vacas, becerros, bueyes viejos

o toros congestionados de testosteronas ahumadas,

a ninguno dirijo al redil del matadero.

No soy ni el líder de la cola de tortillas.

 

 

El alma como un niño huérfano

Desde el principio de lo eterno

Está llorando

Sí, el alma llora,

Y ningún arco iris

Menos la aburrida aurora

Aptos son para arrancarle

Malezas de sus ojos

 

Huidobriana

 

¿Porqué cantáis la rosa, oh poetas?

 

¡Hacedla emputecer en el poema!

 

 

Teoporías

 

Dios no es omnipotente.

Su poderosa retórica

Claudica frente a mi muerte enamorada.

 

 

De la reivindicación del socialismo

 

No fue socialismo el siglo XX

No fue el rostro humano del socialismo

Cara dura y caradura de Stalin

Lo único que vimos,

Terror inmóvil

plenísimo de nada

 

Poema descabezado

 

Me aflijo al pensar

Que este inenarrable

Culo de tu cuerpo

Más tarde que temprano

Será algún día

La pitanza exquisita

De un gusano lujurioso

 

 

Declaración de odio I

 

¡Poetas de todos los países, pudríos!

 

 

Declaración de odio II

 

 

Calles de mi pueblo

a la intemperie de noches occisas

dirigen mis pasos a las puertas de las casas que yo mas odio.

 

 

Propuestas para una poética antipoética

 

La poesía no puede ser pájaros cayendo en la cubierta del lenguaje.

 

No es imagen, no es idea, no dice, dice todo, rasga el instante.

 

Es imagen, es idea, dice, dice bastante, devora el instante.

 

La poesía no es la página banal de inútiles  realidades,

 

aunque yo sea el poeta más pinche de los pinches

 

La poesía no es la política conservadora,

 

ni el poema el frente de batalla de los idilios amorosos .

 

La poesía no es la inteligencia abriendo oquedades

 

a las rutinarias piernas de la amada.

 

La poesía no son los versos deshumanizados

 

ni las filosofías fofas de las vacas rollizas, académicas.

 

 

La poesía,

 

belleza ingrávida de alas flexibles,

 

es más que la imagen de un soez pajarraco.

 

 

 

Del desamor

 

No salves a la zorra,

Deja fermentar su dolor.

 

 

 

Rostro de Helena y variación sobre la ruina

 

 

De tinta es esta mancha al pie del no lenguaje sin espacio

 

que insinúan pies yámbicos y mugrientos de griegos con hongos

 

que no sueltan prenda

 

y que apenas deletrean

 

doblemente tartamudos

 

el sendero aporético

 

donde se es despojo y carroña de un demiurgo jubilado

 

Palpé polvos de un recuerdo acabado

 

en este día de herrumbre  sin conmiseración

 

y fue la insistencia de sólo un acto coital lo que aparecía:

 

¡Oh, Menelao, perro cornudo!

 

Veo a tu perra hermosa gemir como ninfómana

 

bajo las crepitaciones afónicas del falo de Páris

 

A lo lejos columnas de humo

 

Es el incendio de Troya cubriendo la noche de la historia

 

 

Desastre poética.

 

Redarguye de falso tu poema y luego,

Descastado, hazte notario,

Cásate con una feminista

O ya de perdido

Afíliate a Acción Nacional.

 

Canto a mi lápiz y a mi mismo

 

Con toda la podredumbre que avientan los días,

malos poemas como éste y malos amores como el de Abelardo y Eloísa,

lucho infructuosamente con lápiz y papel barato

No soy el amanuense de ningún demonio interior

ni menos parte de la piara de una papisa inalcanzable

Mi condición es hurgar solamente

como un topo en los sismos de los días

Bajo las piedras avizoro tiempos enfermos

metáforas afónicas

colillas perdidas al igual que mujeres de esquina recobradas,

pinches días.

 

Del poema

 

Pura bagatela,

Idealidad en penumbras,

Ruido de palabras,

El poema.

 

 

De la negación.

 

Yo, que bien pude haber sido uno más de tu piara,

Me he puesto, idiota, a negarte como Pedro.

 

 

Iguana

 

Un jeroglífico dubitativo sobre la piedra ataráxica

consume los rayos pelados de la tarde.

 

 

Cuenta el cerdo su visión

 

Surgiste del abismo bifronte

la gran boca halitosa del ser

El retorno amenazaba con ínfulas de eternidad tu mirada

Una isla apocalíptica que no fue Patmos

su viento arremolinaba a tu espalda

Osada Circe

viva tras las verdades inconclusas de su alma

dijo no se si dijiste

¡No es aquí Naxos!

y una ciudad se movía

cambiando incesante

la copa de sus árboles

(Tú ni siquiera me hablaste)

 

 

Teoría marxista del derecho

 

Los burgueses plasman en sus resoluciones inequívocas

el derecho unánime a seguir manipulando

la vida sagrada de los sencillos del alma

a las masas decapitadas de los proletarios

insto a tirarles pedradas

a los ministros gordos de tanto comer injusticias nacionales

 

 

De la eternidad.

 

La eternidad, esa mierda belleza

Que descubro en los almanaques de derruidas cantinas,

La miro sin que me mire,

Desgastada y entre columnas de teologías clausuradas.

A veces es un alma doliente de tiempo

Que atraviesa con su luz empobrecida de salmos

Los desvanecidos días de los hombres.

 

¿Cuándo se empezó a hablar de esta madre?

No sé, pero metafísicos mal informados

Auguran que morirá en París

Pasado mañana, con gripe y sin aguaceros.

 

 

 

 

Del llanto marino

 

El mar llora

Desdibujando

Sus formas

ilusorias.

 

 

Fedón

 

Hoy la vida

crece  desde

el fondo de

mi muerte.

 

 

Del silencio.

 

Escribo…porque todavía no he llegado a los umbrales del silencio

 

 

Ansiedad

 

Ganas tengo de beberme  el mar

en un sólo trago de mirada

¿No te pasa lo mismo camarada?

 

 

De la herida

 

Hoy estoy herido

de muerte natural

 

 

Ola

 

No finge eternidades la pobre ola del mar.

 

 

Odio

 

El odio crece emponzoñando las aguas:

Soy un pez bajo el mar.

 

 

 

 

Muchacha

 

El cielo azul,  de aves vacío,

se decanta con el oleaje

de esa muchacha

que frente a mi ventana pasa

asoleándose el alma.

 

 

 

 

 

 

 

 

Luna

 

Contra la luna cantemos

pedazos de mi sombra.

El alba está cayendo,

la luna ya es parte de mi historia.

 

 

 

 

 

Disolución

 

Alma única del universo

¿Dónde diablos andarás?

 

Se anubla el ser

las estrellas se entristecen

En un suspiro

se gasta la vida

que tanto deseo

El tiempo y sus patrañas

carniceras, pornócrata

homicida, desgarra la raíz

sembrada por otros

Se anubla el ser

jóvenes idiotas

Ya no volverán las pinches golondrinas

No hay sol

jóvenes imberbes

sólo lentas nubes negras

ocultando resabios del día.

                                                                                                                                    

 

Esta ineptitud de los sentidos,

esta laxa ambivalencia del aire,

este cuerpo ambidiestro interpuesto

al alma evanescente de las horas,

¿qué es lo que nombra?

¿qué ausencia funda?

¿al rostro de quién responde?

                                              

 

 

 

Heracliteana

 

Nadie se muere dos veces en el mismo río.

 

 

 

De la herejía

 

Herejía es comparar

Las huevas del esturión

Con las de las sardinas

¡No rebajéis a las segundas!

 

 

SOBRE EL DOLOR   

 

 

Crónicas del no, palabras de Eduardo Galeano

 

“Nosotros decimos no al divorcio

De la belleza y la justicia,

Porque decimos sí a su abrazo poderoso y fecundo”

Eduardo Galeano

“Nosotros decimos no”,

Cuando el slogan repite

La muerte acordada de la patria.

 

Tenemos armas que defender

Frente a las armas de un ejército sin alma,

El arma de la palabra que camina,

El alma de la justicia que se obstina.

“¿Sería bella la belleza, sino fuera justa?”

Nosotros decimos no a las estéticas injustas

 

Digo no sin desencanto,

“Diciendo no al devastador imperio de la codicia”

Digo sí a la fraternidad combativa

Diciendo no a la división clasista del discurso darwinista

y sí mil veces sí a la hierba del sendero de la esperanza

diciendo no al apartamiento de los pueblos sin ella

¿Sería Justa la Justicia, si no fuera bella?

Toda justicia sin belleza es una justicia sin alegría,

Discurso burocrático traspapelando sonrisas.

 

Digo sí, decir sí sin romper la propuesta de decir el No

 

 

La paz es un chiste en Tierra santa

 

 

Dicta la noche luceros,

crepitaciones de antaño.

Días  inservibles como la espalda de la muchacha ebria.

Dicta, impasible, rostros intangibles de las personas que yo más quiero.

Saludos al día frío de mi pueblo en la mañana con hambre,

Saludo al compatriota vestido con los harapos de su vida,

Al son de mi pueblo asido a mí

mi memoria vespertina saluda.

La desnuda luna de mi alma sonríe acatarrada.

Hay pájaros de niebla, de odio en la mirada del mundo.

Tanques, soldados sin prepucio que fuman, blasfeman

y tiran guijarros balísticos a los niños palestinos.

¿De cuando acá un hombre, una mujer o su hijo

se cinchan la barriga con tres kilogramos de explosivos

y se hacen detonar en una plaza o centro comercial

con el fin único de liberarse de la cárcel de Caín?

Se odian porque son del mismo padre,

raza peleonera los hijos de Abraham.

 

Los chacales de Washington ladran al Mesías

que ha nacido ya con hambre capitalista

y que ocupa el trono blanco de Herodes Antipas,

la mitra del papa onanista

y las cadenas Tiffany del barrabás oligarca.

Los chacales de Washington, amigos míos,

no saben que la luna no es pista aeronáutica

sino un sueño islámico hondamente sentido.

Los chacales de Washington olvidan todo,

su virtud es desdeñar el rostro de los otros.

Preguntaréis: ¿Y donde estás, oh justicia divina?

Pero nadie os responderá.

En los pasillos del cielo

sólo el vacío de un dios

comparte esperanzas

con la negra noche

de todos los tiempos

de un tiempo olvidado.

 

 

Tarde

 

Esta tarde

color de humo

soltaron las hienas los perros del Estado

mientras tanto yo testifiqué contra el guiño de la vida

contra el viento insulso que no se decide

fatuo de acción corroído y voluble

barrer de una buena vez por todas la inactividad del tiempo

Un ponch menos alálico

podría escribir un verso en que se insertare

una angustia una queja o una híbrida náusea marina

La noche que a la tarde antecede

no es como la tergiversan los hombres

peor que la cárcel

para el que se larga a soñar

el pan o la hembra que no ha bebido

Pero esta tarde tan no mía

cuando el rumor de la vida deduzco estacionaria

observo cómo las calles paulatinamente

se maquillan de polvo y larva

y no hay gritos

ni aves del cielo trazando tus formas ilusorias

Me dedico a no ser nada como aparentas a veces

no mirar ni la pureza ni el dolor de los días

ser un libro de poemas que nadie ha leído

uno más de los pasos sin gloria bajo el sol

Nada nuevo que tú no conozcas

 

 

 

 

Antropológica

 

El sol se levanta siempre tarde,

la mañana clarea a destiempo,

y hoy no tengo ganas de mirar

con mis dos vertientes humanas

la flaca justicia de los hombres.

 

Animal que se mueve

al son de la trompeta de la muerte,

el hombre aplasta los bichos de la tierra,

descuelga sus sacos nocturnos,

entierra a sus muertos

o chupa la realidad esquelética

de sus anémicas hermosas.

El hombre es la prueba del fracaso de la creación.

 

De los días felices.

 

Hay cantos fúnebres

En mis días felices.

 

No exceptúo de mis poemas

A los nacidos o por nacer

En la opulencia cerril

De los que imaginan la vida

Como yo jamás lo imaginaría

Ellos son tan grandes y excesivos

En su insignificante

Retórica consumista

Se matriculan en Harvad

En Cambridge o en la Mesoamericana

Observadores directos

De la economía americana

Todo lo saben todo lo conciben

Sofronísticos gusanos

Del poder oligarca

Hoy explotáis como siempre

Con medios fascistas de ropaje democrático

Herederos idiotas de la casta divina

La herida de los muertos

Sangra como siempre

Bajo las suelas asesinas

De vuestros zapatos italianos

Hombres de jíbara moral

Que a la vuelta del doctorado

Evacúan la mejor economía posible

Neoliberal receta del Fondo monetario

Mercado sin timón

Y eugenesia darwinista

Forjando en el presente inconmovible

La prospectiva estética de ciudad futura

Sin rastro de fealdad

(Y en México, lo feo es lo indígena)

No exceptúo de mis poemas

Aunque me aflija y me encabrite

A esas rancias élites de poder gansteril

Maratón olímpico de individualidades sin peso

 

 

Tarde

 

Porque la muerte no desanda sus muertitos,

es rete arto difusa esta tarde.

Tarde en que he denunciado la maravilla del otoño.

Tarde en que me he enfrentado contra las retóricas

incestuosas de los excesivos doctrinarios.

Tarde en que la desesperación

es solamente la comezón

que se siente en las orejas de los días.

Ya nunca volver a ver tu rostro,

tu viejo rostro incendiario.

Ya nunca ni tus calles,

ni tu terca amargura,

ni tu felicidad acorde con tus días de polvo.

Las llamas que se apagan

en el fogonero de tu vida.

Ya nunca esperar con insomnio

de cincuenta y seis grados

a que amanezca el alba

y se pudran las estrellas

y tú amanezcas con tu vida:

Para ti los días clausurados.

Que el agua de tu boca

no salga rumiando sus óxidos,

es lo que siempre espero,

y que al fin brotes

de la tierra como espiga

o yerba, o que te muestres

como simple maleza

bordeando caminos de mi vida.

Uno no se cansa de mirar por todos lados,

va en busca de algo que falta,

el abrazo o un cuerpo,

una caricia caída.

Uno no se cansa,

el ropaje de los meses uno apenas levanta.

 

 

 

 

Versos para Cristina en tiempos de guerra

 

                                     Sobran las palabras:

                                    Todo el mundo conoce al genocida supremo.

                                                                                                        Lizalde.

Mientras trato de escribir infames versos de amor correspondido,

 

Infames por el tufo  estúpido de deseo que se pretende

 

en Irak y oriente medio se gesta un genocidio.

 

Hay alaridos de muertos reclamando  vida,

 

coches bombas,

 

niños con heridas mutilantes.

 

Mientras escribo estos criminales versos de amor a Cristina

 

el dolor de esas imágenes

 

en el televisor desalmado

 

avanzan como el vaivén de las olas

 

cuando se colisionan perpétuas en los farallones o en la arena.

 

 

 Es una presencia mutilada lo que observo,

 

un dolor idéntico al tiempo inflexible y sin prórroga de sueño.

 

 

En Irak todo está mal, en Irak no existe Cristina

 

ni sus pechos blancos de luna andariega.

 

En Irak la ternura enferma de Cristina no vale ni un centavo,

 

ni los yanquis querrán acostarse con ella.

 

Veo, observo, pienso que es un acto de canallas

 

o de  burgueses el sólo indignarse

 

cuando leo páginas editoriales completas

 

de sesudos analistas y politólogos profetas

 

que no me dicen nada de Cristina.

 

Compruebo con amarga desilusión que Cristina no existe

más allá de su presencia,

más allá del límite preciso de su cuerpo Cristina no existe.

 

En las reuniones que no frecuento

 

todos hablan madres contra Bush y su alter ego

 

Sadan.

 

Que la caída de las torres gemelas puso fin a la era de la satisfacción

 

postcaídadelmurodeBerlín

 

es un lugar común ya difícil de soportar.

 

Tengo tantos lugares comunes en mi cabeza

 

que ya no sé el cómo y el porqué de lo que opino.

 

Me interesa un bledo emperrarme contra el imperio.

 

El tener una opinión progre acerca del tópico EE.UU.

 

no me impide o coarta mi cuasi libertad intelectualoide de escribir

 

algo más sencillo y menos comprometido con la abstracta generalidad.

 

Escribir por ejemplo: cuando pienso en Irak los labios de Cristina

 

se solidarizan con los míos resecos

 

y les imbuyen la inmemoria tranquilizante de  unos besos.

 

Ser  o no teórico del marxismo no me hace mejor o peor persona,

caso contrario sucede con Cristina:

Ser o no teórico de ella me hace peor o mejor humano.

Su humanidad me humaniza.

 

 

Puedo escribir los versos

más odiosos esta noche

Escribir por ejemplo

la noche de Faluja está siendo bombardeada

y mueren

blancos de tanto fósforo y mierda anglosajona

los iraquíes a lo lejos

Puedo escribir pero no quiero escribir

Es mejor levantarse del mullido sillón

La premoriencia

la muerte que estalla

como una bomba económica en tierras de la América ignota

bajo el muro genocida del imperio anglo,

la lenta, la escuálida memoria del imperio,

el reino desesperado del neoliberalismo

mancillando la historia de estas tierras de utopía.

¿Hasta cuando soportaremos la mierda

que nos tiran las gallinas de arriba?

Puedo escribir, pero sucede que no me da la gana de escribir.

En las noches como ésta es inútil escribir.

 

 

Con cantos baldados y con el pie izquierdo

traigo una vida que no me corresponde descifrar.

Uno enarca cejas y se pone serio ante altamar.

No se cree que las botellas se pierden en el fondo del mar.

Cuando veo visiones de huesos tristes

en las miradas de los viejos,

la risa acallo y guardo,

me pongo entonces el traje de pensador existencial.

Prendo un cigarro,

me dispongo a no dormirme por ver el amanecer

junto al rostro que me avientas.

Me entrego entonces a exigir lo que traiga perro destino,

a reflexionar o a cantar baladas tristes junto al mar.

Cubro el frustrado hilo de araña de rumores

con palabras tiernas

que escriben humores del mar.

 

 

 

 

 

 

 

BALÍSTICA DEL AMOROSO

 

 

 

No, amada, no me ofrezcas pedazos

de tu descalabrado, ahíto y constipado

corazón de cebolla.

Te quiero toda mujer morena,

virgen desde el estiércol de los días,

pequeña de horas lentas

con tus sandalias felices

y tu definitiva transparencia.

Te quiero como no he podido querer

a ninguna otra mujer: esto lo digo sin intención de ofender

a las otras hijas de los hombres que también son hermosas.

En mi testamento de polvo

te dejo mis huesos adoloridos de no verte,

te regalo el mundo,

te regalo mis genes,

te arremolino estos tufos poéticos,

sucumbo a ti como sucumben los troncos

al hacha de los tumba montes idiotas.

 

 

Todo es tan rápido

el día, las horas raudas, ausentes de ti.

Este ruido ya no me basta.

Una noche me acostaré con la muerte,

mi vida pasará,

no se adonde partiré.

Te aguardaré hasta el día siguiente

de la resurrección de la carne.

 

 

No arribo

 

No arribo nunca

la mar está sonriendo su tragedia

no arribo nunca

no soy la congoja

el viento la noche

el acostumbrado otoño en cuya cima

sembré unos recuerdos

No arribo nunca

sólo el silencio llama a cada rato

con su grito afónico

de muchacha trigueña

 

 

Nombradía

 

I

Moriré con un hueso
lleno de amargura,

con un muñón carcajeando lunas.

Lo más probable es que muera mañana,

sin desayuno, sin afeitarme

y sin mujer que me soporte.

Tengo los años de un dios pero no soy un dios:

Ciego candelabro, el relicario de nadie.

El viento que se hace y se deshace con tus manos                        

sopla olores de tus días,                                                                                         

tumescencias perdidosas.

Moriré con un hueso de amargura.

 

 

II

 

Me canso y no me canso,

palabreo y me aflijo.

La madrugada es un haz de sílabas

que balbucean tu osatura perdida.

Tu boca a la deriva,

tus viejos sueños no escritos.

Eres, sin duda,

indiferente a todo lo que se considere poesía.

 

 

El poeta le declara su amor a Selene

 

Me da un profundo soponcio

pensar que el mundo gira rápido

bajo las suelas asesinas de mis botas

No busco motivo alguno

para escribir sobre el orín de la noche

el ovillo de Ariadna

o el cuadro de la odalisca de Ingres

que me escorza la verdad

del eterno dolor de cabezas femenino

He dicho que la luna no es bella,

pero esta noche, bardos, quisiera desdecirme.

Oscilo de una idea a otra

sin saber donde termina este cuerpo

Para el hastiado de saber, la vida

le resulta menos complicada con tu luz que se cuela en la ciudad inmóvil

He renunciado al absoluto, hermosa Selene

Mi alimento es el hambre de cada día

mi destino el mar donde te meces

 

 

Leyendo a Brodski pienso en las musarañas de tu cuerpo

 

Hoy digo que la luna sabe a mares,

y a mí –en mi silencio antepenúltimo –,

me suceden todos los abismos

y las canas tristes de los estornudos amorosos.

El pinche tan pinche es un catarro

que se contagia con las esporas de la noche.

Hoy, a oscuras, con el gramófono

cálido de los misterios de tu cuerpo,

tiro mi barca en el río hondo y desabrido,

diciendo que la luna emputece las calles blanquecinas de octubre.

Me quito los zapatos para que los dedos

de mi alma crezcan broncos y bronceados,

escondo mis manos

en los muslos eternos que no convidas a diario.

¿Cómo es posible, amada que exista una

virginidad como la tuya tan corrompida de amor?

 

 

A Paúl Eluard, causante de dioptrías.

 

Un rostro no responde a todos los rostros del mundo querido Paul

Un rostro es sólo un rostro degradado por el tiempo,

las miradas ajenas y por la risa que produce patas de gallo

en los ojos claros y serenos.

Un bello rostro es una falla o ilusión óptica de un ojo enamorado.

 

Catacumbas

 

Hoy no tengo la más pinche gana de toparme contigo,

guárdate bien de mi cólera seca, amarga, cojitranca.

Desde el día que me contuviste con un no rotundo de hembra hermosa,

ando despotricando contra el pendejo mundo

haciendo la crítica

mordaz de tus estrechas caderas,

de tu torpe melena y tus huesos encallados.

Todas las noches estoy lapidariamente insoportable,

no creas que sufro como nadie,

no creas que escribo para dormir con nadie.

No veo el día en que se acabe el pinche día.

 

 

Pregunta ontológica

 

¿Cuánto de mí ha muerto

en esa serie sucesiva

de amores radicales?

 

 

 

El desierto de la escritura

 

Empiezo con la lectura de un libro,

O renuncio  a la escritura por la noche.

Incrédulo: todo me sabe menos

de la quinta parte de un orgasmo tuyo.

No puedo estacionar imágenes

en el parqueadero de tu desamor.

Me encuentro imposibilitado

de variar el lápiz, de escribir de otra manera,

de barrenar otro vientre que no sea tu vientre.

No soy sino la duda puliendo mis heridas.

 

 

Inmemoria

 

Habría de resucitar de nuevo tu imagen diluida

 

 

Filetes de amor no correspondido

 

Si pudiera tocar la mano de esa muchacha

Que perdí para siempre…Arquíloco.

 

Si pudiera cortar la mano de esa muchacha

que perdí para siempre.

Si pudiera haber hecho algo más con el cuchillo

de cocina, no quedarme en esos días felices

cortando cebollas y freír espárragos

para la cena previa a la acción fornificia.

Si pudiera, como dije,

haberle cortado la yugular para siempre,

hoy sería el reo ochocientos

de la celda veintitrés.

 

 

Donde sólo se habla con el eco

 

Piérdese el instante,

las mareas ya no existen.

 

 

Las luces del otoño, descompuestas,

en mi interior se colapsan.

 

Las destruidas imágenes del nombre

adheridas al discurrir de las tardes,

claudican como baldíos sonidos

de otros nombres ya muertas.

 

 

Mis pasos huelen a hierba

humedecida con el rocío de la ausencia.

 

El recuerdo

devora la cerca de mis ojos,

mar del tiempo sin oleaje.

 

Ebria e hipócrita,

la meliflua luna de mi alma

mancha con su brillo de plata

la dubitativa noche baldada.

 

No hay nadie tras la ventana.

 

 

 

 

 

 

Derivas

 

Cerca del día me tiendo a contemplar el alba

 

Hay gorjeos saliendo de sus nidos perezosos

 

El mar me descubre el rostro de Claudia

 

El alba se precipita yo la veo partir

 

En la corteza de este árbol un roble tal vez

 

escribí tu nombre Claudia la calcinante letra de tu nombre

 

En las huellas marinas de los meses 28

 

en la ambivalencia de la tarde

 

en los claveles del derruido jardín de tu imagen

 

estoy delineando tu nombre Claudia

 

ramificando las oquedades de tu nombre

 

Me pasaré el día entero trazando tus derivas.

 

 

Contra la corriente

 

Crecido a contracorriente de las meditaciones standarts

de hombres circunspectos en mujeres plenísimas de amor

y dados al vicio uniforme de la inmundés lucrativa,

sólo es mi deseo pensar  que no me falte valor

el día que te des cuenta, enormísima ciega,

que yo si soy el que pensabas.

 

 

 

Cuenta el cerdo su visión

 

Surgiste del abismo bifronte

la gran boca halitosa del ser

El retorno amenazaba con ínfulas de eternidad tu mirada

Una isla apocalíptica que no fue Patmos

su viento arremolinaba a tu espalda

Osada Circe

viva tras las verdades inconclusas de su alma

dijo no se si dijiste

¡No es aquí Naxos!

y una ciudad se movía

cambiando incesante

la copa de sus árboles

(Tú ni siquiera me hablaste)

 

Hablo de la lejanía

 

Sobre racimos de nombres y pronombres

en que se gesticula  el nombre de la vida,

camina estática la presencia de tu lejanía.

 

 

Plagios Borgeanos

 

A mí se me hace cuento lo de la belleza de Violeta

Juzgo tan fantástica a esa muchacha que describes como los cuentos de Borges.

 

Que otros se jacten de las mujeres que han tenido,

a mi me enorgullece la que no me ha correspondido.

 

 

Inmediaciones

 

En el jardín sin muro,

lenta la tarde se desviste de su color impuro.

Dicta la memoria leves nombres,

fechas muertas, tiempos vacíos,

previstas condenas:

Soledades encapsuladas como abismos de silencios

y tardes enfermizas al presagio taciturno de la noche.

El verde horizonte ennegrece

cuando los árboles se pierden.

 

La abdicación exacta de la memoria

albea al fin el rescoldo silábico.

Profecía de ocasos quebradizos tu nombre,

doliente insistencia, ansia dispersa

como el oleaje rompiendo bahías.

El rasgo de la noche germina en tus ojos.

Amada por estos labios, náufrago soy de tu nombre

                                                                                   Proserpina.

 

 

Lavado bucal

 

Me limpio la mierda que dejo tu olvido

En mi boca ensimismada de amor.

 

 

Cuerpo infatigable recubriendo los velos del instante,

en mi extraño paladar amortigua su caída.

Rumorosa luz que se levanta

con el nombre paradójico de la aurora,

en su orden vago  de conceptos mórbidos

consume los miembros inmóviles de la noche infatuada

y petrifica en el azul

los mundos  de la hoguera.

Creas la abolida imagen del otoño en la hierba,

alargas las verdes hojas del calendario,

oyes el intacto mover de su vida  mecida por el aire.

Tus manos, impacientes corolas de lo ignoto

en donde mi corazón se obstina,

blanden la pica del fulgor

en los apagados sonidos de los pájaros.

La noche no apacienta sus imágenes

La circularidad del instante solamente es lo que perdura,

lo que en ti perdura

y cae,

dulce fulgor de la lluvia en el silencio mellada,

y se cumple,

voz propia de nosotros en la imagen sin ribera.

Pero no. Ya de lo nuestro nada queda.

Tu cuerpo, cuerda astillada por el tiempo,

forma el objeto de la nada, presencia apagada.

 

 

Desenamoramiento

 

Como un

Eleático

Pensador

Sin congregación

E imagen

Teorizo

Una verdad

En ruinas

De mi universo

Erótico:

Hoy me enamoré

Un verso menos de Violeta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Te amo ahí contra el muro

 

 

                                      

 

                                               Te amo ahí contra el muro destruido…

                                                                                                    Aridjis.

 

Te amo contra el muro de las ideologías humillado

Te amo contra la furia de abril, pero quizás te amo más de lo debido.

Te amo contra todos los que te aman

Te amo contra tus novios volátiles con brillos de idiotas en sus ojos

Te amo contra tu odio y tus días veintiocho

Te amo contra las tempestades del otoño,

Contra la ausencia de un Dios que no tengo,

Contra el mundo y la caricia de mundo que a diario te desviste

Te amo contra los distintos colores de tu nombre

Contra la izquierda, contra Fidel Castro, Contra las fugas de Bach,

Contra Baudelaire y contra los rusos y yanquis onanistas

Te amo porque se me dio la gana de amarte

Contra tu voz angelical de muchacha infernal, escribo para que me odies

Por mi condición cursivana de escribano poético.

 

 

        Metáforas de un reaccionario celoso

 

         He vuelto corazón, emputecido me encuentro de amar

         “anémicas hermosas” y principios vasallos

         que en ningún momento llegaron a mi epidermis darwinista.

         Renacido estoy de mis naufragios ideológicos.

 

         Esta noche unirás tu sexo al de tu novio, hermosa Gramciana,

         lee a Nietzsche amor y comprueba si, efectivamente,

         ese bastardo trosko es el tan esperado supermarxista que tanto predica

         solidaridades obreras y discursos moralistas.

 

 

         Yo pienso que la luna es una bola de tiza

         donde van a expirar la fe raquítica de los boleros comunistas

        

 

Sí, sí, uno se puede gastar la vida

con una máscara de hipocresía.

Yo tan siquiera soy un franco cínico

que no guarda ases bajo la manga

y prevengo al que me requiere como camarada

que no creo en solidarias amarguras tribales,

con la mía me basta.

 

Mis intereses no perdonan que me desvíe de mi anchurosa autopista global,

Fridman y Hayek, ¡que hubiera sido de mí sin ustedes!

 

 

En mi boca que expele el humo de tu imagen

un cúmulo de caries construye

el filo de tu sexo rojo.

Te Mao a las cinco en punto con la hoz y el martillo,

te jodo y te stalinizo por el culo colectivo,

te deporto a Siberia y construyo Gulags en tu honor.

Se acabo la poesía:

Adiós Machado, y el vate Neruda.

Ahora prescindo de todo lo que no sea cuestión monetaria.

 

POEMAS DEL EDÉN SUBVERTIDO

 

Contraoda

 

 

Este es mi pueblo, nada hay en él que te pertenezca salvo la nada

 

Corona de luna sobre rostros de pobrezas

 

Sol matinal cayendo con los golpes de la rueda

 

la esperanza suspendida de un hilo de miseria

 

Sol de aluvión baña tus calles

 

tu cuerpo es un pedazo de mi tristeza

 

De tu rostro amorfo levanto intenciones de fuga

 

Tú eres la esperanza de mis nadas

 

la cadencia terminante de mis días

 

el dolor que me clava

 

rostro de Violeta entrevista

 

entre azules amanecidos

 

y ocasos como cascadas de silencios

 

en un espacio que te fija como recuerdo

 

inútil sobre las hierbas insistentes de tus noches clausuradas

 

Yo te canto con un amor podrido aún antes de nacer.

 

Yo te canto con esta alegría que no poseo.

 

Fruto malparido de una contemplación de indiferente orfandad

 

te recuerda mi mirada mis pasos y la sombra de mis pasos

 

mis noches al pie de vicios y musiteces de un cuerpo

 

siempre el mismo el indefectible cuerpo de niebla

 

y rastro de noche cercenada.

 

 

 

Fuman su humo

                                     Ha fumado

                                     su humo, solo

                                     contra las estrellas, ha reído.

                                                                                  Gonzalo Rojas

Fuman su humo su milenario humo

 

fuman su noche su desvelada noche

 

El día vuelto niebla

                                La claridad del día

envuelto en oleajes

                                desbordados oleajes

 

Un Dios ha sido demolido

 

en la actual maravilla del mundo

 

sangre y colillas  en el aire sucio de este pueblo

 

un Dios ha sido consumido

 

Yo velo este cansancio esta rutinaria luz

 

amarga y desnuda como un pedazo de luna

 

Ahora se predica con el hambre de guerra

 

en los montes de Octubre en donde lluvias

 

rostros

 

crisantemos y oscuras miradas

 

 fijan la vieja antipatía de tu rostro.

 

 

 

La belleza ubicua

                         

Impúdica belleza

 

entrevista apenas en un rasgueo de muchacha

 

 

pequeño rostro deslavado

 

voz inasible que entre todas las voces aleteantes

 

es hoguera llena de lúgubres destierros

 

como los sueños adheridos al recuerdo de las otras

 

Flamean nombres lugare de la nada

 

y sobre el día de abril de esta villa

 

la noche de su cuerpo se abre encima de constelaciones destruidas

 

noches ariscas de tiempos concluidos

 

fenecidas apenas que las nombro

 

 

 

 

Azul

 

En el cielo saturado de mi mirada

 

te abres y reapareces sorprendida

 

El latido de tu presencia inunda la mañana

 

las concreciones absolutas de tu cuerpo en esas nubes

 

encienden el otro mundo

 

la concepción de la vida en los reflejos de ti misma

 

Espejeo

              es un azul

 

              basto

espejeo

              infinito

 

Un azul en el latido de las transparencias

 

El ojo que la mano se extiende en ti reaparece

 

Ríos y vértigos en el mapa abstruso de tu cuerpo

 

Los que te nombran los que te miran

 

te nombran al mirarte

 

te miran al nombrarte

 

son legión y a la vez uno:

 

El otro uno negado por tus manos

 

La luz interrogada por tu noche

 

La mano ausente que te escribe

 

Hijo de un espacio abierto estatuido en el accidente del ser

 

no me apetece nada sino tu azul

                                                     cielo azul de mis desgracias

 

 

 

 

 

Madrugada en la villa

 

Desde el fondo de mi mismo

 

vacío pero repleto de honda madrugada

 

asciende una inerme palabra de memoria comprimida

 

pasillo roto de la historia que germina

 

mudo grito abriendo oquedades en mi encéfalo baldío

 

Es infinita la madrugada

 

 

Bárbara la noche

 

 

sin el rumor de las aguas lluviosas de Octubre

 

sin los silencios que nos da el instante de decirnos

 

buena suerte señora

 

madrugada

 

Al diablo estos torpes lamentos.

 

 

Como latas de cervezas vacías

 

Inclusive Marín

 

tu braquicéfalo novio

 

mierda envuelta en lo mismo

 

(la frase es de Oscar Oliva)

 

me pidió consejo para componer un poema

 

dedicado a tu irracional semblante

 

de diosa pueblerina bajada

 

a los sonoros abismos de la fealdad total

 

Más que princesa…, pensé, idiota parecías

 

al momento de cagarme de la risa

 

frente al estreñido galán de tu mirada

 

con intenciones burdas de juglar.

 

Enfermo de rabia por saber

que algún día ese imbécil te monte

 

 

Kitsch

 

Decir te amo es puro kitsch,

 

flor más venenosa del ejido.

 

No existe entre nosotros

 

el nexo necesario del despecho

 

la consolación recíproca

 

o la paga infame del centavo

 

propicio cuando no estoy de humor

 

como para prometer el mísero universo a nadie.

 

Decir te amo en este poema horroroso

 

es como lamentarse a altas horas de la noche

 

en un cuarto infame donde no existe café o cigarros,

 

casi igual que sonarme los mocos de la ideología

 

o votar a favor de que se aniquile

 

de una vez por todas la tediosa utopía marxista.

 

Me pasó de largo la hermosura de tu muslo,

 

serpiente venenosa que atacas sin querer.

 

¿Cómo entonces decir te amo

 

sin que se lea como tratado oligofrénico

 

de superación personal?

 

Te amo por que hasta ahora no he conocido como odiarte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Polvos de la noche

                                                           El polvo o la ciudad: cuánta memoria

                                                           y vientres desgastados por la noche.

                                                                                           Javier España

 

El polvo de la noche se entromete en el día,

 

lugares vacíos en que donde se divisa la tarde.

 

La risa escarlata del rojo se demuda en flama

 

en el instante que aparece y reaparece

 

cuando de tu risa saltan las aspas de un velero.

 

Vagos recuerdos como campanas de la iglesia

 

al pie de los vientos vespertinos, finalizan

 

en tu dolor al recordarla.

 

No me reconozco en la mirada de este pueblo,

 

ha cambiado como mis derrumbes.

 

El ayer consumido planta una orquídea en sus calles.

 

Jardín desértico de mí apagada adolescencia.

 

 

 

Recuerdos de un bachillerango

 

 

Y de manera abierta, todo acto revolucionario deja de servir.

 

Nos volvemos existencias de marcas

 

O afligidas e inútiles horas

 

Bajo húmedos tiempos vacíos

 

En que la tele pornócrata construye el dogma monolítico.

 

¿Entonces, qué? ¿Tengo que hablaros del viento?

 

Me parece una estupidez hablaros sólo del viento,

 

Hablaré mejor del polvo de los días:

 

entre círculos profundos el polvo germinaba,

 

entre vidas desérticas el polvo se encontraba.

 

Derrotas tras derrotas en el fondo de las horas, el polvo de tu imagen.

 

Insistencias duras como pezones duros de muchacha con falda escocesa

 

Rojas insistencia del polvo de la villa

 

Garganta afónica, cáncer pasivo.

 

¡Cuánta respiración que se me acaba!

 

Daría la memoria que no tengo por unas tardes de ayer,

 

Por el recuerdo al alba de la Aurora,

 

Por la mañana a un lado junto a Violeta,

 

Cuando descubro que me encuentro solitario,

 

Pínchemente solitario hecho polvo por las golondrinas.

 

 

 

Alejarse

                                                            ¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir!

                                              Toda la mecánica social cabe en esas palabras.

                                                                                                      Cesar Vallejo

 

Poeta, ¿qué diablos haces aquí?

 

Existe una persona hablando de oscilaciones económicas.

 

Poeta ¿Qué coños esperas?

 

Ahora el corazón de Violeta se encuentra arriba de ríos sin crepúsculos.

 

Galaxias lunares tatuadas con su canto,

 

bahías sin prisas con vientos de sus manos.

 

Poeta ¡larguémonos al diablo!

 

Salgamos fuera, gritemos a la noche “tatuada de luceros”

 

que el corazón de violetita se encuentra lisonjero.

 

Decidamos que es mejor: si la lujuria económica

 

o la razón poética.

 

Poeta ¿Qué diablos hacemos aquí?

 

Poeta, ¡qué jodido te encuentras aquí!

 

 

 

Auto necrológica

 

Y sin embargo, también yo fui alguna vez

 

el cantor excrementicio de mi patria querida

 

Rodar escuche pasar su inútil vida

 

sepulté a mis mayores amores

 

en su tierra enfiestada y consumida

 

No sé como me entró la idea de romper con ella

 

Para sacarla de mi vista

 

estrangulé la ráfaga de sus voces en mi dicción aporreada

 

y costumbrista

 

En mis bucólicos esparcimientos

 

me compuse para personal consumo

 

cantos y églogas de otras latitudes

 

Como pude

 

bajé peñas

 

dolientes ríos

 

para sólo asir

 

derruidos

 

naufragios

 

de sus días

 

Cada vez mis imágenes evolucionaron,

 

se volvieron refinadas, cosmopolitas, buscando siempre el exceso de desarraigo.

 

Llegó un momento en que en definitiva

 

dejé la crisálida de hechos pueblerinos y locales,

 

convirtiéndome en el representante máximo

 

del arquetipo del descastado profesional,

 

un snob en tierras atávicas.

 

No sabía a lo que me atenía.

 

El odio tribal es excesivamente incontrolable.

 

Poetas de vena telúrica hicieron la crítica violenta

 

de mis actitudes literarias, (por no decir políticas)

 

llamándome basura afeminada,

 

agente de la CIA, mierda extranjerizante, imperialista,

 

chacal ciego ante el sufrimiento del pueblo.

 

La vana lucha contra la oligofrenia de aquella turba sedicente

 

segó mis alfanjes y abolló para siempre la punta de mi lápiz

 

Hoy mis versos sólo se recuerdan

 

en el grito campirano

 

de un dipsómano rapsoda

 

propenso al eructo

 

y al chiste escatológico

 

 

 

Epitalamio de la undívaga y el algebrista

 

Este 24 de Dic de los días atrasados

De este annus mirabilis que finiquita

La undívaga Violeta se unió en civil

Matrimonio con su portento de los últimos tiempos

 

En ese perro día yo luchaba contra

Las manifestaciones de la tos y la sequedad en el poema

Fijaos que ni me di cuenta que la pinche musa

Contraía nupcias con aquel exótico razonador

Infatigable de Al juarismi y otras pendejadas.

 

¿Qué se puede decir a todo esto?

¿Dedujeron que me opondría y por eso no me avisaron,

no corrió el rumor por la villa ni la chiflada consuetudinaria

de los cantores, adoloridos de esa pérdida, hizo que me percatara,

ni por formas indirectas o metedura de patas de las viborilla

me infringieron aquel perro día esta extemporánea desazón?

 

La medianoche se infesta de acechanzas;

Alzando el puño, pienso que ahora están cogiendo.

 

Estoy rodeado de podredumbres humanas

Que me espetan se te fue la paloma gavilán.

 

Sobre el vacío de mis alas

Busco una urraca hermosa

Que me recomponga este desmadre

O tan siquiera

Que me lleve a la chingada con la inminencia precisa de sus nalgas morenas.

 

 

 

Contraoda

                 

Rastro de luna muerta

 

por indígenas beodos,

 

traigo entre mis textos

 

el habla carcomida  de mi pueblo

 

 

Violeta

 

Es dura recordarla, pero es una cíclica realidad,

más cerca del hueso que a un lado de mi embrutecido corazón.

Primer nombre de la hermosura,

anterior imagen de cadáver amoroso.

Dicho de algún modo:

no es que la ame todavía,

pero cómo coños me duele

su excelente anatomía.

 

 

Otro poema a Violeta

 

Te confieso que no traigo en mis alforjas

grandes ideas grandes hazañas 

o pesares dignos de un dolor parecido a lo que sienten los hombres

sólo horas mustias de proyectos arrumbados

Se que te molesta que te escriba

Te digo que el fin de mi escritura es pensar

que han muerto los pájaros en las avenidas lluviosas

Llamo la vida como se merece

nube de marzo en medio de tus manos

rima corta de versos que te extrañan

No estoy dado a contemplar el otoño

lo vivo lo palpo me recuesto junto a sus senos

olorosos a trigales a crisantemos y azahares

A veces pienso que la luna

está pintada con tu nombre

Tu nombre que es más real que tu misma

te lo cuento a ti para que creas

que el agua es el alma de las cosas

y tú eres como el mar

inmenso ponto de soledad en que no abrevo

Cuento las cosas de este mundo

me parece patética la noche

sin el infinito rostro de aquellas

A lo lejos ellos dicen que muere el mar pero no es cierto

El mar eres tú,

tú eres el mar que yo conozco.

 

 

Oda a un culo inalcanzable

 

A Ricardo Castillo y, por supuesto, al culo de la musa

 

Un culo, un buen culo, un culote hermoso

que nos dispara la testosterona del deseo.

Un santo nalgatorio abriendo suspicacias,

tronchando los deditos del desvarío,

inyectando pedos a la noche de mi ideología.

Un poderoso culo que se resiste a ser mío,

imponiendo cláusulas,

contratos, bodas y trincheras a mis manos aturdidas.

Un culo, un auténtico culazo de antología

que causa lástima, pesarosa lástima

por el solo hecho de verlo y reverlo,

contemplarlo y teorizarlo

con la idiota certeza de que,

por muy mucho que sople y me hinche de palabras

o me designen procónsul de la isla barataria,

esos dos jamones de maravilla

que Dios dono a la hembrilla

más hermosa de la villa,

ni por trompicones o yerros,

indudablemente, jamás podré sodomizarlos.

 

 

 

 

Desde la sombra

 

Tengo las tristezas de mi pueblo

Sí tristezas y no monótona tristeza

Porque mi pueblo no tuvo tristeza

sino plurales tristezas

alegres y henchidas tristezas humanas,

tristezas de barros y maizales,

de nombres y fogones de piedra,

de mansedumbres estoicas

alumbrando las muertes de los cementerios

Uno regresa siempre a la tierra aquella

donde siempre se vuelve

pase lo que pase uno siempre esta de vuelta

Esto dalo por descontado

la tierra donde naciste

refugio algún día será de tus huesos caídos

Seól de tus acordonados ecos

en el abismo informe de tu alma desprendida

Por eso es que la quieres doblemente

con las dos caras recíprocas del amor y el odio

Por eso es que te aflige la lejanía estúpida

que nos impone señor carajo contratiempo

Por eso es que no paras no te detienes

ninguna barrera resulta resistente

a ese deseo tuyo del regreso

Partimos por que no

por extraños por insensatos

por querer ser un poco extranjeros en otra tierrra

donde no se acunan iguales las estrellas

Partimos por aburrimiento

por mezquindad

y porque somos completamente ignorantes de los dones

filiares del pedazo de esta tierra

aire fuego y esperanza que nos corresponde.

 

 

 

 

¡Oh inmóvil, ubicua!

Febrero traía el juicio de tus hados

El azar ¿hay azar entre los hombres?

Juntó nuestros quizás dispersos

Y he ahí a la pareja

Jugando a que no se acaba la noche

Sin censura, con ritmos entrecomillados

La noche crecía.

Yo la conocí en esa noche.

Las palabras caían

Como duraznos enamorados.

¡Oh inmóvil!, ya no estás a mi lado.

 

 

 
   
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