FRAGMENTOS DE LOS DÍAS
Gilberto Avilez Tax
Carta de creencia
Yo no soy cabestro de nadie.
Vacas, becerros, bueyes viejos
o toros congestionados de testosteronas ahumadas,
a ninguno dirijo al redil del matadero.
No soy ni el líder de la cola de tortillas.
El alma como un niño huérfano
Desde el principio de lo eterno
Está llorando
Sí, el alma llora,
Y ningún arco iris
Menos la aburrida aurora
Aptos son para arrancarle
Malezas de sus ojos
Huidobriana
¿Porqué cantáis la rosa, oh poetas?
¡Hacedla emputecer en el poema!
Teoporías
Dios no es omnipotente.
Su poderosa retórica
Claudica frente a mi muerte enamorada.
De la reivindicación del socialismo
No fue socialismo el siglo XX
No fue el rostro humano del socialismo
Cara dura y caradura de Stalin
Lo único que vimos,
Terror inmóvil
plenísimo de nada
Poema descabezado
Me aflijo al pensar
Que este inenarrable
Culo de tu cuerpo
Más tarde que temprano
Será algún día
La pitanza exquisita
De un gusano lujurioso
Declaración de odio I
¡Poetas de todos los países, pudríos!
Declaración de odio II
Calles de mi pueblo
a la intemperie de noches occisas
dirigen mis pasos a las puertas de las casas que yo mas odio.
Propuestas para una poética antipoética
La poesía no puede ser pájaros cayendo en la cubierta del lenguaje.
No es imagen, no es idea, no dice, dice todo, rasga el instante.
Es imagen, es idea, dice, dice bastante, devora el instante.
La poesía no es la página banal de inútiles realidades,
aunque yo sea el poeta más pinche de los pinches
La poesía no es la política conservadora,
ni el poema el frente de batalla de los idilios amorosos .
La poesía no es la inteligencia abriendo oquedades
a las rutinarias piernas de la amada.
La poesía no son los versos deshumanizados
ni las filosofías fofas de las vacas rollizas, académicas.
La poesía,
belleza ingrávida de alas flexibles,
es más que la imagen de un soez pajarraco.
Del desamor
No salves a la zorra,
Deja fermentar su dolor.
Rostro de Helena y variación sobre la ruina
De tinta es esta mancha al pie del no lenguaje sin espacio
que insinúan pies yámbicos y mugrientos de griegos con hongos
que no sueltan prenda
y que apenas deletrean
doblemente tartamudos
el sendero aporético
donde se es despojo y carroña de un demiurgo jubilado
Palpé polvos de un recuerdo acabado
en este día de herrumbre sin conmiseración
y fue la insistencia de sólo un acto coital lo que aparecía:
¡Oh, Menelao, perro cornudo!
Veo a tu perra hermosa gemir como ninfómana
bajo las crepitaciones afónicas del falo de Páris
A lo lejos columnas de humo
Es el incendio de Troya cubriendo la noche de la historia
Desastre poética.
Redarguye de falso tu poema y luego,
Descastado, hazte notario,
Cásate con una feminista
O ya de perdido
Afíliate a Acción Nacional.
Canto a mi lápiz y a mi mismo
Con toda la podredumbre que avientan los días,
malos poemas como éste y malos amores como el de Abelardo y Eloísa,
lucho infructuosamente con lápiz y papel barato
No soy el amanuense de ningún demonio interior
ni menos parte de la piara de una papisa inalcanzable
Mi condición es hurgar solamente
como un topo en los sismos de los días
Bajo las piedras avizoro tiempos enfermos
metáforas afónicas
colillas perdidas al igual que mujeres de esquina recobradas,
pinches días.
Del poema
Pura bagatela,
Idealidad en penumbras,
Ruido de palabras,
El poema.
De la negación.
Yo, que bien pude haber sido uno más de tu piara,
Me he puesto, idiota, a negarte como Pedro.
Iguana
Un jeroglífico dubitativo sobre la piedra ataráxica
consume los rayos pelados de la tarde.
Cuenta el cerdo su visión
Surgiste del abismo bifronte
la gran boca halitosa del ser
El retorno amenazaba con ínfulas de eternidad tu mirada
Una isla apocalíptica que no fue Patmos
su viento arremolinaba a tu espalda
Osada Circe
viva tras las verdades inconclusas de su alma
dijo no se si dijiste
¡No es aquí Naxos!
y una ciudad se movía
cambiando incesante
la copa de sus árboles
(Tú ni siquiera me hablaste)
Teoría marxista del derecho
Los burgueses plasman en sus resoluciones inequívocas
el derecho unánime a seguir manipulando
la vida sagrada de los sencillos del alma
a las masas decapitadas de los proletarios
insto a tirarles pedradas
a los ministros gordos de tanto comer injusticias nacionales
De la eternidad.
La eternidad, esa mierda belleza
Que descubro en los almanaques de derruidas cantinas,
La miro sin que me mire,
Desgastada y entre columnas de teologías clausuradas.
A veces es un alma doliente de tiempo
Que atraviesa con su luz empobrecida de salmos
Los desvanecidos días de los hombres.
¿Cuándo se empezó a hablar de esta madre?
No sé, pero metafísicos mal informados
Auguran que morirá en París
Pasado mañana, con gripe y sin aguaceros.
Del llanto marino
El mar llora
Desdibujando
Sus formas
ilusorias.
Fedón
Hoy la vida
crece desde
el fondo de
mi muerte.
Del silencio.
Escribo…porque todavía no he llegado a los umbrales del silencio
Ansiedad
Ganas tengo de beberme el mar
en un sólo trago de mirada
¿No te pasa lo mismo camarada?
De la herida
Hoy estoy herido
de muerte natural
Ola
No finge eternidades la pobre ola del mar.
Odio
El odio crece emponzoñando las aguas:
Soy un pez bajo el mar.
Muchacha
El cielo azul, de aves vacío,
se decanta con el oleaje
de esa muchacha
que frente a mi ventana pasa
asoleándose el alma.
Luna
Contra la luna cantemos
pedazos de mi sombra.
El alba está cayendo,
la luna ya es parte de mi historia.
Disolución
Alma única del universo
¿Dónde diablos andarás?
Se anubla el ser
las estrellas se entristecen
En un suspiro
se gasta la vida
que tanto deseo
El tiempo y sus patrañas
carniceras, pornócrata
homicida, desgarra la raíz
sembrada por otros
Se anubla el ser
jóvenes idiotas
Ya no volverán las pinches golondrinas
No hay sol
jóvenes imberbes
sólo lentas nubes negras
ocultando resabios del día.
Esta ineptitud de los sentidos,
esta laxa ambivalencia del aire,
este cuerpo ambidiestro interpuesto
al alma evanescente de las horas,
¿qué es lo que nombra?
¿qué ausencia funda?
¿al rostro de quién responde?
Heracliteana
Nadie se muere dos veces en el mismo río.
De la herejía
Herejía es comparar
Las huevas del esturión
Con las de las sardinas
¡No rebajéis a las segundas!
SOBRE EL DOLOR
Crónicas del no, palabras de Eduardo Galeano
“Nosotros decimos no al divorcio
De la belleza y la justicia,
Porque decimos sí a su abrazo poderoso y fecundo”
Eduardo Galeano
“Nosotros decimos no”,
Cuando el slogan repite
La muerte acordada de la patria.
Tenemos armas que defender
Frente a las armas de un ejército sin alma,
El arma de la palabra que camina,
El alma de la justicia que se obstina.
“¿Sería bella la belleza, sino fuera justa?”
Nosotros decimos no a las estéticas injustas
Digo no sin desencanto,
“Diciendo no al devastador imperio de la codicia”
Digo sí a la fraternidad combativa
Diciendo no a la división clasista del discurso darwinista
y sí mil veces sí a la hierba del sendero de la esperanza
diciendo no al apartamiento de los pueblos sin ella
¿Sería Justa la Justicia, si no fuera bella?
Toda justicia sin belleza es una justicia sin alegría,
Discurso burocrático traspapelando sonrisas.
Digo sí, decir sí sin romper la propuesta de decir el No
La paz es un chiste en Tierra santa
Dicta la noche luceros,
crepitaciones de antaño.
Días inservibles como la espalda de la muchacha ebria.
Dicta, impasible, rostros intangibles de las personas que yo más quiero.
Saludos al día frío de mi pueblo en la mañana con hambre,
Saludo al compatriota vestido con los harapos de su vida,
Al son de mi pueblo asido a mí
mi memoria vespertina saluda.
La desnuda luna de mi alma sonríe acatarrada.
Hay pájaros de niebla, de odio en la mirada del mundo.
Tanques, soldados sin prepucio que fuman, blasfeman
y tiran guijarros balísticos a los niños palestinos.
¿De cuando acá un hombre, una mujer o su hijo
se cinchan la barriga con tres kilogramos de explosivos
y se hacen detonar en una plaza o centro comercial
con el fin único de liberarse de la cárcel de Caín?
Se odian porque son del mismo padre,
raza peleonera los hijos de Abraham.
Los chacales de Washington ladran al Mesías
que ha nacido ya con hambre capitalista
y que ocupa el trono blanco de Herodes Antipas,
la mitra del papa onanista
y las cadenas Tiffany del barrabás oligarca.
Los chacales de Washington, amigos míos,
no saben que la luna no es pista aeronáutica
sino un sueño islámico hondamente sentido.
Los chacales de Washington olvidan todo,
su virtud es desdeñar el rostro de los otros.
Preguntaréis: ¿Y donde estás, oh justicia divina?
Pero nadie os responderá.
En los pasillos del cielo
sólo el vacío de un dios
comparte esperanzas
con la negra noche
de todos los tiempos
de un tiempo olvidado.
Tarde
Esta tarde
color de humo
soltaron las hienas los perros del Estado
mientras tanto yo testifiqué contra el guiño de la vida
contra el viento insulso que no se decide
fatuo de acción corroído y voluble
barrer de una buena vez por todas la inactividad del tiempo
Un ponch menos alálico
podría escribir un verso en que se insertare
una angustia una queja o una híbrida náusea marina
La noche que a la tarde antecede
no es como la tergiversan los hombres
peor que la cárcel
para el que se larga a soñar
el pan o la hembra que no ha bebido
Pero esta tarde tan no mía
cuando el rumor de la vida deduzco estacionaria
observo cómo las calles paulatinamente
se maquillan de polvo y larva
y no hay gritos
ni aves del cielo trazando tus formas ilusorias
Me dedico a no ser nada como aparentas a veces
no mirar ni la pureza ni el dolor de los días
ser un libro de poemas que nadie ha leído
uno más de los pasos sin gloria bajo el sol
Nada nuevo que tú no conozcas
Antropológica
El sol se levanta siempre tarde,
la mañana clarea a destiempo,
y hoy no tengo ganas de mirar
con mis dos vertientes humanas
la flaca justicia de los hombres.
Animal que se mueve
al son de la trompeta de la muerte,
el hombre aplasta los bichos de la tierra,
descuelga sus sacos nocturnos,
entierra a sus muertos
o chupa la realidad esquelética
de sus anémicas hermosas.
El hombre es la prueba del fracaso de la creación.
De los días felices.
Hay cantos fúnebres
En mis días felices.
No exceptúo de mis poemas
A los nacidos o por nacer
En la opulencia cerril
De los que imaginan la vida
Como yo jamás lo imaginaría
Ellos son tan grandes y excesivos
En su insignificante
Retórica consumista
Se matriculan en Harvad
En Cambridge o en la Mesoamericana
Observadores directos
De la economía americana
Todo lo saben todo lo conciben
Sofronísticos gusanos
Del poder oligarca
Hoy explotáis como siempre
Con medios fascistas de ropaje democrático
Herederos idiotas de la casta divina
La herida de los muertos
Sangra como siempre
Bajo las suelas asesinas
De vuestros zapatos italianos
Hombres de jíbara moral
Que a la vuelta del doctorado
Evacúan la mejor economía posible
Neoliberal receta del Fondo monetario
Mercado sin timón
Y eugenesia darwinista
Forjando en el presente inconmovible
La prospectiva estética de ciudad futura
Sin rastro de fealdad
(Y en México, lo feo es lo indígena)
No exceptúo de mis poemas
Aunque me aflija y me encabrite
A esas rancias élites de poder gansteril
Maratón olímpico de individualidades sin peso
Tarde
Porque la muerte no desanda sus muertitos,
es rete arto difusa esta tarde.
Tarde en que he denunciado la maravilla del otoño.
Tarde en que me he enfrentado contra las retóricas
incestuosas de los excesivos doctrinarios.
Tarde en que la desesperación
es solamente la comezón
que se siente en las orejas de los días.
Ya nunca volver a ver tu rostro,
tu viejo rostro incendiario.
Ya nunca ni tus calles,
ni tu terca amargura,
ni tu felicidad acorde con tus días de polvo.
Las llamas que se apagan
en el fogonero de tu vida.
Ya nunca esperar con insomnio
de cincuenta y seis grados
a que amanezca el alba
y se pudran las estrellas
y tú amanezcas con tu vida:
Para ti los días clausurados.
Que el agua de tu boca
no salga rumiando sus óxidos,
es lo que siempre espero,
y que al fin brotes
de la tierra como espiga
o yerba, o que te muestres
como simple maleza
bordeando caminos de mi vida.
Uno no se cansa de mirar por todos lados,
va en busca de algo que falta,
el abrazo o un cuerpo,
una caricia caída.
Uno no se cansa,
el ropaje de los meses uno apenas levanta.
Versos para Cristina en tiempos de guerra
Sobran las palabras:
Todo el mundo conoce al genocida supremo.
Lizalde.
Mientras trato de escribir infames versos de amor correspondido,
Infames por el tufo estúpido de deseo que se pretende
en Irak y oriente medio se gesta un genocidio.
Hay alaridos de muertos reclamando vida,
coches bombas,
niños con heridas mutilantes.
Mientras escribo estos criminales versos de amor a Cristina
el dolor de esas imágenes
en el televisor desalmado
avanzan como el vaivén de las olas
cuando se colisionan perpétuas en los farallones o en la arena.
Es una presencia mutilada lo que observo,
un dolor idéntico al tiempo inflexible y sin prórroga de sueño.
En Irak todo está mal, en Irak no existe Cristina
ni sus pechos blancos de luna andariega.
En Irak la ternura enferma de Cristina no vale ni un centavo,
ni los yanquis querrán acostarse con ella.
Veo, observo, pienso que es un acto de canallas
o de burgueses el sólo indignarse
cuando leo páginas editoriales completas
de sesudos analistas y politólogos profetas
que no me dicen nada de Cristina.
Compruebo con amarga desilusión que Cristina no existe
más allá de su presencia,
más allá del límite preciso de su cuerpo Cristina no existe.
En las reuniones que no frecuento
todos hablan madres contra Bush y su alter ego
Sadan.
Que la caída de las torres gemelas puso fin a la era de la satisfacción
postcaídadelmurodeBerlín
es un lugar común ya difícil de soportar.
Tengo tantos lugares comunes en mi cabeza
que ya no sé el cómo y el porqué de lo que opino.
Me interesa un bledo emperrarme contra el imperio.
El tener una opinión progre acerca del tópico EE.UU.
no me impide o coarta mi cuasi libertad intelectualoide de escribir
algo más sencillo y menos comprometido con la abstracta generalidad.
Escribir por ejemplo: cuando pienso en Irak los labios de Cristina
se solidarizan con los míos resecos
y les imbuyen la inmemoria tranquilizante de unos besos.
Ser o no teórico del marxismo no me hace mejor o peor persona,
caso contrario sucede con Cristina:
Ser o no teórico de ella me hace peor o mejor humano.
Su humanidad me humaniza.
Puedo escribir los versos
más odiosos esta noche
Escribir por ejemplo
la noche de Faluja está siendo bombardeada
y mueren
blancos de tanto fósforo y mierda anglosajona
los iraquíes a lo lejos
Puedo escribir pero no quiero escribir
Es mejor levantarse del mullido sillón
La premoriencia
la muerte que estalla
como una bomba económica en tierras de la América ignota
bajo el muro genocida del imperio anglo,
la lenta, la escuálida memoria del imperio,
el reino desesperado del neoliberalismo
mancillando la historia de estas tierras de utopía.
¿Hasta cuando soportaremos la mierda
que nos tiran las gallinas de arriba?
Puedo escribir, pero sucede que no me da la gana de escribir.
En las noches como ésta es inútil escribir.
Con cantos baldados y con el pie izquierdo
traigo una vida que no me corresponde descifrar.
Uno enarca cejas y se pone serio ante altamar.
No se cree que las botellas se pierden en el fondo del mar.
Cuando veo visiones de huesos tristes
en las miradas de los viejos,
la risa acallo y guardo,
me pongo entonces el traje de pensador existencial.
Prendo un cigarro,
me dispongo a no dormirme por ver el amanecer
junto al rostro que me avientas.
Me entrego entonces a exigir lo que traiga perro destino,
a reflexionar o a cantar baladas tristes junto al mar.
Cubro el frustrado hilo de araña de rumores
con palabras tiernas
que escriben humores del mar.
BALÍSTICA DEL AMOROSO
No, amada, no me ofrezcas pedazos
de tu descalabrado, ahíto y constipado
corazón de cebolla.
Te quiero toda mujer morena,
virgen desde el estiércol de los días,
pequeña de horas lentas
con tus sandalias felices
y tu definitiva transparencia.
Te quiero como no he podido querer
a ninguna otra mujer: esto lo digo sin intención de ofender
a las otras hijas de los hombres que también son hermosas.
En mi testamento de polvo
te dejo mis huesos adoloridos de no verte,
te regalo el mundo,
te regalo mis genes,
te arremolino estos tufos poéticos,
sucumbo a ti como sucumben los troncos
al hacha de los tumba montes idiotas.
Todo es tan rápido
el día, las horas raudas, ausentes de ti.
Este ruido ya no me basta.
Una noche me acostaré con la muerte,
mi vida pasará,
no se adonde partiré.
Te aguardaré hasta el día siguiente
de la resurrección de la carne.
No arribo
No arribo nunca
la mar está sonriendo su tragedia
no arribo nunca
no soy la congoja
el viento la noche
el acostumbrado otoño en cuya cima
sembré unos recuerdos
No arribo nunca
sólo el silencio llama a cada rato
con su grito afónico
de muchacha trigueña
Nombradía
I
Moriré con un hueso
lleno de amargura,
con un muñón carcajeando lunas.
Lo más probable es que muera mañana,
sin desayuno, sin afeitarme
y sin mujer que me soporte.
Tengo los años de un dios pero no soy un dios:
Ciego candelabro, el relicario de nadie.
El viento que se hace y se deshace con tus manos
sopla olores de tus días,
tumescencias perdidosas.
Moriré con un hueso de amargura.
II
Me canso y no me canso,
palabreo y me aflijo.
La madrugada es un haz de sílabas
que balbucean tu osatura perdida.
Tu boca a la deriva,
tus viejos sueños no escritos.
Eres, sin duda,
indiferente a todo lo que se considere poesía.
El poeta le declara su amor a Selene
Me da un profundo soponcio
pensar que el mundo gira rápido
bajo las suelas asesinas de mis botas
No busco motivo alguno
para escribir sobre el orín de la noche
el ovillo de Ariadna
o el cuadro de la odalisca de Ingres
que me escorza la verdad
del eterno dolor de cabezas femenino
He dicho que la luna no es bella,
pero esta noche, bardos, quisiera desdecirme.
Oscilo de una idea a otra
sin saber donde termina este cuerpo
Para el hastiado de saber, la vida
le resulta menos complicada con tu luz que se cuela en la ciudad inmóvil
He renunciado al absoluto, hermosa Selene
Mi alimento es el hambre de cada día
mi destino el mar donde te meces
Leyendo a Brodski pienso en las musarañas de tu cuerpo
Hoy digo que la luna sabe a mares,
y a mí –en mi silencio antepenúltimo –,
me suceden todos los abismos
y las canas tristes de los estornudos amorosos.
El pinche tan pinche es un catarro
que se contagia con las esporas de la noche.
Hoy, a oscuras, con el gramófono
cálido de los misterios de tu cuerpo,
tiro mi barca en el río hondo y desabrido,
diciendo que la luna emputece las calles blanquecinas de octubre.
Me quito los zapatos para que los dedos
de mi alma crezcan broncos y bronceados,
escondo mis manos
en los muslos eternos que no convidas a diario.
¿Cómo es posible, amada que exista una
virginidad como la tuya tan corrompida de amor?
A Paúl Eluard, causante de dioptrías.
Un rostro no responde a todos los rostros del mundo querido Paul
Un rostro es sólo un rostro degradado por el tiempo,
las miradas ajenas y por la risa que produce patas de gallo
en los ojos claros y serenos.
Un bello rostro es una falla o ilusión óptica de un ojo enamorado.
Catacumbas
Hoy no tengo la más pinche gana de toparme contigo,
guárdate bien de mi cólera seca, amarga, cojitranca.
Desde el día que me contuviste con un no rotundo de hembra hermosa,
ando despotricando contra el pendejo mundo
haciendo la crítica
mordaz de tus estrechas caderas,
de tu torpe melena y tus huesos encallados.
Todas las noches estoy lapidariamente insoportable,
no creas que sufro como nadie,
no creas que escribo para dormir con nadie.
No veo el día en que se acabe el pinche día.
Pregunta ontológica
¿Cuánto de mí ha muerto
en esa serie sucesiva
de amores radicales?
El desierto de la escritura
Empiezo con la lectura de un libro,
O renuncio a la escritura por la noche.
Incrédulo: todo me sabe menos
de la quinta parte de un orgasmo tuyo.
No puedo estacionar imágenes
en el parqueadero de tu desamor.
Me encuentro imposibilitado
de variar el lápiz, de escribir de otra manera,
de barrenar otro vientre que no sea tu vientre.
No soy sino la duda puliendo mis heridas.
Inmemoria
Habría de resucitar de nuevo tu imagen diluida
Filetes de amor no correspondido
Si pudiera tocar la mano de esa muchacha
Que perdí para siempre…Arquíloco.
Si pudiera cortar la mano de esa muchacha
que perdí para siempre.
Si pudiera haber hecho algo más con el cuchillo
de cocina, no quedarme en esos días felices
cortando cebollas y freír espárragos
para la cena previa a la acción fornificia.
Si pudiera, como dije,
haberle cortado la yugular para siempre,
hoy sería el reo ochocientos
de la celda veintitrés.
Donde sólo se habla con el eco
Piérdese el instante,
las mareas ya no existen.
Las luces del otoño, descompuestas,
en mi interior se colapsan.
Las destruidas imágenes del nombre
adheridas al discurrir de las tardes,
claudican como baldíos sonidos
de otros nombres ya muertas.
Mis pasos huelen a hierba
humedecida con el rocío de la ausencia.
El recuerdo
devora la cerca de mis ojos,
mar del tiempo sin oleaje.
Ebria e hipócrita,
la meliflua luna de mi alma
mancha con su brillo de plata
la dubitativa noche baldada.
No hay nadie tras la ventana.
Derivas
Cerca del día me tiendo a contemplar el alba
Hay gorjeos saliendo de sus nidos perezosos
El mar me descubre el rostro de Claudia
El alba se precipita yo la veo partir
En la corteza de este árbol un roble tal vez
escribí tu nombre Claudia la calcinante letra de tu nombre
En las huellas marinas de los meses 28
en la ambivalencia de la tarde
en los claveles del derruido jardín de tu imagen
estoy delineando tu nombre Claudia
ramificando las oquedades de tu nombre
Me pasaré el día entero trazando tus derivas.
Contra la corriente
Crecido a contracorriente de las meditaciones standarts
de hombres circunspectos en mujeres plenísimas de amor
y dados al vicio uniforme de la inmundés lucrativa,
sólo es mi deseo pensar que no me falte valor
el día que te des cuenta, enormísima ciega,
que yo si soy el que pensabas.
Cuenta el cerdo su visión
Surgiste del abismo bifronte
la gran boca halitosa del ser
El retorno amenazaba con ínfulas de eternidad tu mirada
Una isla apocalíptica que no fue Patmos
su viento arremolinaba a tu espalda
Osada Circe
viva tras las verdades inconclusas de su alma
dijo no se si dijiste
¡No es aquí Naxos!
y una ciudad se movía
cambiando incesante
la copa de sus árboles
(Tú ni siquiera me hablaste)
Hablo de la lejanía
Sobre racimos de nombres y pronombres
en que se gesticula el nombre de la vida,
camina estática la presencia de tu lejanía.
Plagios Borgeanos
A mí se me hace cuento lo de la belleza de Violeta
Juzgo tan fantástica a esa muchacha que describes como los cuentos de Borges.
Que otros se jacten de las mujeres que han tenido,
a mi me enorgullece la que no me ha correspondido.
Inmediaciones
En el jardín sin muro,
lenta la tarde se desviste de su color impuro.
Dicta la memoria leves nombres,
fechas muertas, tiempos vacíos,
previstas condenas:
Soledades encapsuladas como abismos de silencios
y tardes enfermizas al presagio taciturno de la noche.
El verde horizonte ennegrece
cuando los árboles se pierden.
La abdicación exacta de la memoria
albea al fin el rescoldo silábico.
Profecía de ocasos quebradizos tu nombre,
doliente insistencia, ansia dispersa
como el oleaje rompiendo bahías.
El rasgo de la noche germina en tus ojos.
Amada por estos labios, náufrago soy de tu nombre
Proserpina.
Lavado bucal
Me limpio la mierda que dejo tu olvido
En mi boca ensimismada de amor.
Cuerpo infatigable recubriendo los velos del instante,
en mi extraño paladar amortigua su caída.
Rumorosa luz que se levanta
con el nombre paradójico de la aurora,
en su orden vago de conceptos mórbidos
consume los miembros inmóviles de la noche infatuada
y petrifica en el azul
los mundos de la hoguera.
Creas la abolida imagen del otoño en la hierba,
alargas las verdes hojas del calendario,
oyes el intacto mover de su vida mecida por el aire.
Tus manos, impacientes corolas de lo ignoto
en donde mi corazón se obstina,
blanden la pica del fulgor
en los apagados sonidos de los pájaros.
La noche no apacienta sus imágenes
La circularidad del instante solamente es lo que perdura,
lo que en ti perdura
y cae,
dulce fulgor de la lluvia en el silencio mellada,
y se cumple,
voz propia de nosotros en la imagen sin ribera.
Pero no. Ya de lo nuestro nada queda.
Tu cuerpo, cuerda astillada por el tiempo,
forma el objeto de la nada, presencia apagada.
Desenamoramiento
Como un
Eleático
Pensador
Sin congregación
E imagen
Teorizo
Una verdad
En ruinas
De mi universo
Erótico:
Hoy me enamoré
Un verso menos de Violeta.
Te amo ahí contra el muro
Te amo ahí contra el muro destruido…
Aridjis.
Te amo contra el muro de las ideologías humillado
Te amo contra la furia de abril, pero quizás te amo más de lo debido.
Te amo contra todos los que te aman
Te amo contra tus novios volátiles con brillos de idiotas en sus ojos
Te amo contra tu odio y tus días veintiocho
Te amo contra las tempestades del otoño,
Contra la ausencia de un Dios que no tengo,
Contra el mundo y la caricia de mundo que a diario te desviste
Te amo contra los distintos colores de tu nombre
Contra la izquierda, contra Fidel Castro, Contra las fugas de Bach,
Contra Baudelaire y contra los rusos y yanquis onanistas
Te amo porque se me dio la gana de amarte
Contra tu voz angelical de muchacha infernal, escribo para que me odies
Por mi condición cursivana de escribano poético.
Metáforas de un reaccionario celoso
He vuelto corazón, emputecido me encuentro de amar
“anémicas hermosas” y principios vasallos
que en ningún momento llegaron a mi epidermis darwinista.
Renacido estoy de mis naufragios ideológicos.
Esta noche unirás tu sexo al de tu novio, hermosa Gramciana,
lee a Nietzsche amor y comprueba si, efectivamente,
ese bastardo trosko es el tan esperado supermarxista que tanto predica
solidaridades obreras y discursos moralistas.
Yo pienso que la luna es una bola de tiza
donde van a expirar la fe raquítica de los boleros comunistas
Sí, sí, uno se puede gastar la vida
con una máscara de hipocresía.
Yo tan siquiera soy un franco cínico
que no guarda ases bajo la manga
y prevengo al que me requiere como camarada
que no creo en solidarias amarguras tribales,
con la mía me basta.
Mis intereses no perdonan que me desvíe de mi anchurosa autopista global,
Fridman y Hayek, ¡que hubiera sido de mí sin ustedes!
En mi boca que expele el humo de tu imagen
un cúmulo de caries construye
el filo de tu sexo rojo.
Te Mao a las cinco en punto con la hoz y el martillo,
te jodo y te stalinizo por el culo colectivo,
te deporto a Siberia y construyo Gulags en tu honor.
Se acabo la poesía:
Adiós Machado, y el vate Neruda.
Ahora prescindo de todo lo que no sea cuestión monetaria.
POEMAS DEL EDÉN SUBVERTIDO
Contraoda
Este es mi pueblo, nada hay en él que te pertenezca salvo la nada
Corona de luna sobre rostros de pobrezas
Sol matinal cayendo con los golpes de la rueda
la esperanza suspendida de un hilo de miseria
Sol de aluvión baña tus calles
tu cuerpo es un pedazo de mi tristeza
De tu rostro amorfo levanto intenciones de fuga
Tú eres la esperanza de mis nadas
la cadencia terminante de mis días
el dolor que me clava
rostro de Violeta entrevista
entre azules amanecidos
y ocasos como cascadas de silencios
en un espacio que te fija como recuerdo
inútil sobre las hierbas insistentes de tus noches clausuradas
Yo te canto con un amor podrido aún antes de nacer.
Yo te canto con esta alegría que no poseo.
Fruto malparido de una contemplación de indiferente orfandad
te recuerda mi mirada mis pasos y la sombra de mis pasos
mis noches al pie de vicios y musiteces de un cuerpo
siempre el mismo el indefectible cuerpo de niebla
y rastro de noche cercenada.
Fuman su humo
…Ha fumado
su humo, solo
contra las estrellas, ha reído.
Gonzalo Rojas
Fuman su humo su milenario humo
fuman su noche su desvelada noche
El día vuelto niebla
La claridad del día
envuelto en oleajes
desbordados oleajes
Un Dios ha sido demolido
en la actual maravilla del mundo
sangre y colillas en el aire sucio de este pueblo
un Dios ha sido consumido
Yo velo este cansancio esta rutinaria luz
amarga y desnuda como un pedazo de luna
Ahora se predica con el hambre de guerra
en los montes de Octubre en donde lluvias
rostros
crisantemos y oscuras miradas
fijan la vieja antipatía de tu rostro.
La belleza ubicua
Impúdica belleza
entrevista apenas en un rasgueo de muchacha
pequeño rostro deslavado
voz inasible que entre todas las voces aleteantes
es hoguera llena de lúgubres destierros
como los sueños adheridos al recuerdo de las otras
Flamean nombres lugare de la nada
y sobre el día de abril de esta villa
la noche de su cuerpo se abre encima de constelaciones destruidas
noches ariscas de tiempos concluidos
fenecidas apenas que las nombro
Azul
En el cielo saturado de mi mirada
te abres y reapareces sorprendida
El latido de tu presencia inunda la mañana
las concreciones absolutas de tu cuerpo en esas nubes
encienden el otro mundo
la concepción de la vida en los reflejos de ti misma
Espejeo
es un azul
basto
espejeo
infinito
Un azul en el latido de las transparencias
El ojo que la mano se extiende en ti reaparece
Ríos y vértigos en el mapa abstruso de tu cuerpo
Los que te nombran los que te miran
te nombran al mirarte
te miran al nombrarte
son legión y a la vez uno:
El otro uno negado por tus manos
La luz interrogada por tu noche
La mano ausente que te escribe
Hijo de un espacio abierto estatuido en el accidente del ser
no me apetece nada sino tu azul
cielo azul de mis desgracias
Madrugada en la villa
Desde el fondo de mi mismo
vacío pero repleto de honda madrugada
asciende una inerme palabra de memoria comprimida
pasillo roto de la historia que germina
mudo grito abriendo oquedades en mi encéfalo baldío
Es infinita la madrugada
Bárbara la noche
sin el rumor de las aguas lluviosas de Octubre
sin los silencios que nos da el instante de decirnos
buena suerte señora
madrugada
Al diablo estos torpes lamentos.
Como latas de cervezas vacías
Inclusive Marín
tu braquicéfalo novio
mierda envuelta en lo mismo
(la frase es de Oscar Oliva)
me pidió consejo para componer un poema
dedicado a tu irracional semblante
de diosa pueblerina bajada
a los sonoros abismos de la fealdad total
Más que princesa…, pensé, idiota parecías
al momento de cagarme de la risa
frente al estreñido galán de tu mirada
con intenciones burdas de juglar.
Enfermo de rabia por saber
que algún día ese imbécil te monte
Kitsch
Decir te amo es puro kitsch,
flor más venenosa del ejido.
No existe entre nosotros
el nexo necesario del despecho
la consolación recíproca
o la paga infame del centavo
propicio cuando no estoy de humor
como para prometer el mísero universo a nadie.
Decir te amo en este poema horroroso
es como lamentarse a altas horas de la noche
en un cuarto infame donde no existe café o cigarros,
casi igual que sonarme los mocos de la ideología
o votar a favor de que se aniquile
de una vez por todas la tediosa utopía marxista.
Me pasó de largo la hermosura de tu muslo,
serpiente venenosa que atacas sin querer.
¿Cómo entonces decir te amo
sin que se lea como tratado oligofrénico
de superación personal?
Te amo por que hasta ahora no he conocido como odiarte.
Polvos de la noche
El polvo o la ciudad: cuánta memoria
y vientres desgastados por la noche.
Javier España
El polvo de la noche se entromete en el día,
lugares vacíos en que donde se divisa la tarde.
La risa escarlata del rojo se demuda en flama
en el instante que aparece y reaparece
cuando de tu risa saltan las aspas de un velero.
Vagos recuerdos como campanas de la iglesia
al pie de los vientos vespertinos, finalizan
en tu dolor al recordarla.
No me reconozco en la mirada de este pueblo,
ha cambiado como mis derrumbes.
El ayer consumido planta una orquídea en sus calles.
Jardín desértico de mí apagada adolescencia.
Recuerdos de un bachillerango
Y de manera abierta, todo acto revolucionario deja de servir.
Nos volvemos existencias de marcas
O afligidas e inútiles horas
Bajo húmedos tiempos vacíos
En que la tele pornócrata construye el dogma monolítico.
¿Entonces, qué? ¿Tengo que hablaros del viento?
Me parece una estupidez hablaros sólo del viento,
Hablaré mejor del polvo de los días:
entre círculos profundos el polvo germinaba,
entre vidas desérticas el polvo se encontraba.
Derrotas tras derrotas en el fondo de las horas, el polvo de tu imagen.
Insistencias duras como pezones duros de muchacha con falda escocesa
Rojas insistencia del polvo de la villa
Garganta afónica, cáncer pasivo.
¡Cuánta respiración que se me acaba!
Daría la memoria que no tengo por unas tardes de ayer,
Por el recuerdo al alba de la Aurora,
Por la mañana a un lado junto a Violeta,
Cuando descubro que me encuentro solitario,
Pínchemente solitario hecho polvo por las golondrinas.
Alejarse
¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir!
Toda la mecánica social cabe en esas palabras.
Cesar Vallejo
Poeta, ¿qué diablos haces aquí?
Existe una persona hablando de oscilaciones económicas.
Poeta ¿Qué coños esperas?
Ahora el corazón de Violeta se encuentra arriba de ríos sin crepúsculos.
Galaxias lunares tatuadas con su canto,
bahías sin prisas con vientos de sus manos.
Poeta ¡larguémonos al diablo!
Salgamos fuera, gritemos a la noche “tatuada de luceros”
que el corazón de violetita se encuentra lisonjero.
Decidamos que es mejor: si la lujuria económica
o la razón poética.
Poeta ¿Qué diablos hacemos aquí?
Poeta, ¡qué jodido te encuentras aquí!
Auto necrológica
Y sin embargo, también yo fui alguna vez
el cantor excrementicio de mi patria querida
Rodar escuche pasar su inútil vida
sepulté a mis mayores amores
en su tierra enfiestada y consumida
No sé como me entró la idea de romper con ella
Para sacarla de mi vista
estrangulé la ráfaga de sus voces en mi dicción aporreada
y costumbrista
En mis bucólicos esparcimientos
me compuse para personal consumo
cantos y églogas de otras latitudes
Como pude
bajé peñas
dolientes ríos
para sólo asir
derruidos
naufragios
de sus días
Cada vez mis imágenes evolucionaron,
se volvieron refinadas, cosmopolitas, buscando siempre el exceso de desarraigo.
Llegó un momento en que en definitiva
dejé la crisálida de hechos pueblerinos y locales,
convirtiéndome en el representante máximo
del arquetipo del descastado profesional,
un snob en tierras atávicas.
No sabía a lo que me atenía.
El odio tribal es excesivamente incontrolable.
Poetas de vena telúrica hicieron la crítica violenta
de mis actitudes literarias, (por no decir políticas)
llamándome basura afeminada,
agente de la CIA, mierda extranjerizante, imperialista,
chacal ciego ante el sufrimiento del pueblo.
La vana lucha contra la oligofrenia de aquella turba sedicente
segó mis alfanjes y abolló para siempre la punta de mi lápiz
Hoy mis versos sólo se recuerdan
en el grito campirano
de un dipsómano rapsoda
propenso al eructo
y al chiste escatológico
Epitalamio de la undívaga y el algebrista
Este 24 de Dic de los días atrasados
De este annus mirabilis que finiquita
La undívaga Violeta se unió en civil
Matrimonio con su portento de los últimos tiempos
En ese perro día yo luchaba contra
Las manifestaciones de la tos y la sequedad en el poema
Fijaos que ni me di cuenta que la pinche musa
Contraía nupcias con aquel exótico razonador
Infatigable de Al juarismi y otras pendejadas.
¿Qué se puede decir a todo esto?
¿Dedujeron que me opondría y por eso no me avisaron,
no corrió el rumor por la villa ni la chiflada consuetudinaria
de los cantores, adoloridos de esa pérdida, hizo que me percatara,
ni por formas indirectas o metedura de patas de las viborilla
me infringieron aquel perro día esta extemporánea desazón?
La medianoche se infesta de acechanzas;
Alzando el puño, pienso que ahora están cogiendo.
Estoy rodeado de podredumbres humanas
Que me espetan se te fue la paloma gavilán.
Sobre el vacío de mis alas
Busco una urraca hermosa
Que me recomponga este desmadre
O tan siquiera
Que me lleve a la chingada con la inminencia precisa de sus nalgas morenas.
Contraoda
Rastro de luna muerta
por indígenas beodos,
traigo entre mis textos
el habla carcomida de mi pueblo
Violeta
Es dura recordarla, pero es una cíclica realidad,
más cerca del hueso que a un lado de mi embrutecido corazón.
Primer nombre de la hermosura,
anterior imagen de cadáver amoroso.
Dicho de algún modo:
no es que la ame todavía,
pero cómo coños me duele
su excelente anatomía.
Otro poema a Violeta
Te confieso que no traigo en mis alforjas
grandes ideas grandes hazañas
o pesares dignos de un dolor parecido a lo que sienten los hombres
sólo horas mustias de proyectos arrumbados
Se que te molesta que te escriba
Te digo que el fin de mi escritura es pensar
que han muerto los pájaros en las avenidas lluviosas
Llamo la vida como se merece
nube de marzo en medio de tus manos
rima corta de versos que te extrañan
No estoy dado a contemplar el otoño
lo vivo lo palpo me recuesto junto a sus senos
olorosos a trigales a crisantemos y azahares
A veces pienso que la luna
está pintada con tu nombre
Tu nombre que es más real que tu misma
te lo cuento a ti para que creas
que el agua es el alma de las cosas
y tú eres como el mar
inmenso ponto de soledad en que no abrevo
Cuento las cosas de este mundo
me parece patética la noche
sin el infinito rostro de aquellas
A lo lejos ellos dicen que muere el mar pero no es cierto
El mar eres tú,
tú eres el mar que yo conozco.
Oda a un culo inalcanzable
A Ricardo Castillo y, por supuesto, al culo de la musa
Un culo, un buen culo, un culote hermoso
que nos dispara la testosterona del deseo.
Un santo nalgatorio abriendo suspicacias,
tronchando los deditos del desvarío,
inyectando pedos a la noche de mi ideología.
Un poderoso culo que se resiste a ser mío,
imponiendo cláusulas,
contratos, bodas y trincheras a mis manos aturdidas.
Un culo, un auténtico culazo de antología
que causa lástima, pesarosa lástima
por el solo hecho de verlo y reverlo,
contemplarlo y teorizarlo
con la idiota certeza de que,
por muy mucho que sople y me hinche de palabras
o me designen procónsul de la isla barataria,
esos dos jamones de maravilla
que Dios dono a la hembrilla
más hermosa de la villa,
ni por trompicones o yerros,
indudablemente, jamás podré sodomizarlos.
Desde la sombra
Tengo las tristezas de mi pueblo
Sí tristezas y no monótona tristeza
Porque mi pueblo no tuvo tristeza
sino plurales tristezas
alegres y henchidas tristezas humanas,
tristezas de barros y maizales,
de nombres y fogones de piedra,
de mansedumbres estoicas
alumbrando las muertes de los cementerios
Uno regresa siempre a la tierra aquella
donde siempre se vuelve
pase lo que pase uno siempre esta de vuelta
Esto dalo por descontado
la tierra donde naciste
refugio algún día será de tus huesos caídos
Seól de tus acordonados ecos
en el abismo informe de tu alma desprendida
Por eso es que la quieres doblemente
con las dos caras recíprocas del amor y el odio
Por eso es que te aflige la lejanía estúpida
que nos impone señor carajo contratiempo
Por eso es que no paras no te detienes
ninguna barrera resulta resistente
a ese deseo tuyo del regreso
Partimos por que no
por extraños por insensatos
por querer ser un poco extranjeros en otra tierrra
donde no se acunan iguales las estrellas
Partimos por aburrimiento
por mezquindad
y porque somos completamente ignorantes de los dones
filiares del pedazo de esta tierra
aire fuego y esperanza que nos corresponde.
¡Oh inmóvil, ubicua!
Febrero traía el juicio de tus hados
El azar ¿hay azar entre los hombres?
Juntó nuestros quizás dispersos
Y he ahí a la pareja
Jugando a que no se acaba la noche
Sin censura, con ritmos entrecomillados
La noche crecía.
Yo la conocí en esa noche.
Las palabras caían
Como duraznos enamorados.
¡Oh inmóvil!, ya no estás a mi lado.