Dante afirmó que el amor es el motor (no sé si inmóvil) de la creación… el que “mueve al sol y a las demás estrellas”; puede ser. Es una hipótesis a comprobar.
El excelso amigo Sin-cinito cree fervientemente en AMLO. Su fe es de lo más simple: redención total a los oprimidos. ¿Así debe ser, no?
El apriorismo hegeliano en el cual el concepto produce la realidad es una pura estupidez.
El árbol del conocimiento ha matado al árbol de la vida.
Priman los intestinos sobre el cerebro.
Sófocles, en el Filoctetes, escribió lo siguiente: ¿Alabaré a los dioses cuando miro que ellos son peores que los hombres? Esta pregunta vale para los políticos, los moralistas, los curas y toda esa pandilla mojigata que no se cansa de ponerle topes a la vida.
De no existir el hombre, Dios se vería obligado a crearlo.
Detrás de lo obvio se encuentra lo inesperado, decía Sherlock a su fiel Watson. Esta es una prueba de que el hecho en sí (es decir, el sistema opresor, el desbarajuste social, la falta de humanidad de los hombres, la esquizofrenia de los políticos, la pobreza y la pesadilla neoliberal), lo obvio, es posible de modificarse.
Aristóteles consideraba al cuerpo como un estorbo para el pensamiento puro. Podríamos delimitar el cuerpo en dos puntos solamente: el estómago y el corazón. Con hambre y dolencias de amor, pensar es cosa de caníbales.
¿De dónde surge la religión? Los marxistas (Engels) nos dan esta opinión: “La religión nace de las concepciones limitadas del hombre”. Esta idea, además de fácil, no calma el ansia de explicaciones. Nos es imposible detectar las delimitaciones de un Einstein normativizador del Cosmos que despreciaba al azar rigiendo las transformaciones del Universo: La naturaleza no juega a los dados, decía. Voltaire, incluso, escribió un catálogo teológico; y los más de los hombres de ciencia, el arte y el pensamiento, en el fondo de su aguerrido corazón ateo, el impulso de lo desconocido los hechiza.
Constructor de la Utopía mientras se vive en Topía es una frase perfectísima para no claudicar, por que si no nosotros, ¿quién entonces?
Robert Lowell escribió una de las pocas verdades eternas de los hombres: “Toda la grandeza de la vida/ tiene que ver con una muchacha en el verano”.
Contra la Pedantocracia: La sociedad sólo es posible de salvarse cuando en verdad se liberen los productores, los trabajadores, aquellos que trabajan con las manos: los obreros deben protegerse contra el dominio de expertos, ideólogos y profesores –la élite intelectual del horrendo sueño de Platón-. George Sorel se preguntó: “¿Puede usted concebir algo más horrible que un gobierno de profesores?” Yo sí lo concibo: Un gobierno de curas sería lo peor. Si en algo es digno de crédito el concepto de Progreso es en la propuesta de que no podemos arribar nuevamente en la teocracia. La pedantocracia, desde el renacimiento, está de moda. Pero yo no puedo concebir cómo es más importante un profesor que un albañil para dirigir la cosa pública.
“Cada hombre lleva la forma entera de la condición humana”, dijo Montaigne…Me pregunto si Hitler, Pinochet o Bush también.
No cualquier hombre lleva la forma entera de la condición humana…los americanistas sobre todo.
Para la dialéctica no hay nada definitivo. ¡Coño! Ni tu amor es definitivo.
Condición humana (sacada de las características del yahoo descritas por Swiff): estúpida, prejuiciosa, supersticiosa, ignorante, miedosa, avara, lujuriosa por el poder, bárbara, cruel, intolerante, fanática, aquejada de debilidad.
La imaginación nunca tomará el poder. Y es que cuando uno se vuelve poderoso, al mismo tiempo se vuelve gris, inimaginativo, y obtiene una careta de notario o de empresario preocupado únicamente por las variaciones macroeconómicas. La imaginación, por natural talante, repele toda entelequia que huele a mínima excrescencia de poder. La consigna –aberrante- de la imaginación tomando el poder es una consigna burguesa propia del desvarío de los seudorevolucionarios del Mayo francés. A la imaginación lo único que le interesa es el derrocamiento omnímodo de toda forma de poder. No me imagino a Borges siendo presidente de la Argentina. Esto lo entendió clarísimo el Che Guevara, el hombre que si no hubiera existido Borges, habría sido el argentino más imaginativo del siglo XX. Guevara, por ser un artista consumado, su leitmotiv, el acicate que lo expelía a la lucha frontal contra la tiranía (llámese de Batista o el régimen militar de Bolivia) era la destrucción total del poder. Viendo de esta manera el proceder de este guerrillero, lógico es reconocer que no quería petrificarse en el poder, y por eso salió de Cuba, y por eso huyó de todo confort del poder; porque él, feroz anarquista, no podía, so pena de inmolarse, ser miembro de derecho de un poder establecido.
De la palabra dignidad.- Yo creo que la palabra dignidad se ha vuelto, semántica más que moralmente, cursi e insoportablemente romanticona. Es una lata y una anacronía intelectual aconsejarle a alguien que bregue por su dignidad. En estos momentos de hegemonía imperialista, la palabreja aquella connota –y denota- un tufillo sexual lastrado: la mujer indigna (como el pueblo indigno avocado a la derecha) por lo general es la mujer penetrada a cada rato. También podría decirse que con el vocablo dignidad delimitamos, reducimos y en todo caso aprehendemos la tan escurridiza condición humana. El hombre que ha perdido su dignidad, que por un exceso de moral o moralina (tendría, para ser justo en mis apreciaciones, escribir que toda moral en el fondo es a-priori excesivamente una moralina), se encuentra en las antípodas de lo que normalmente se entiende como humano. Un hombre indigno de su condición divina. Cuanto más, es un prehomínido, un chandala o un paria…
En los sistemas de poder autoritarios (el priísmo es el ejemplo más diáfano), la oligarquía político-económica dominante, valiéndoles una chingada la ética para administrar el poder, establecen tácitamente en cada simulación de elección que realizan, un convenio espurio con los electores. No es necesario decir que son nulos de plena nulidad: “Celebro contigo un contrato en el cual todos los derechos están a tu cargo y todos los beneficios a mi favor, el cual observaré hasta que tanto así me plazca y durante todo el tiempo que yo desee.